domingo, 23 de octubre de 2011



Serás mi amor por siempre, no importa que el tiempo vaya en contra, que los días terminen en la ansiada espera, que tu boca desconozca el sendero de mi cuerpo, que tu calor no abrigue mi frío.
¡Si nos amamos que importa que nos separe el mismo cielo!
Caerán despacio las hojas del calendario, diciembre trae en sus pasos la melancolía que se abraza a la nostalgia, y querré tenerte entre mis brazos, besarte el alma con ternura, disipar aquella extraña soledad que envuelve tu figura, recorrerte con mi risa, llenarte la mirada con los detalles hermosos, mientras te llevo de la mano al mismo cielo.
Y no entenderás mis miedos, romperás entonces el encanto, cayendo aquel crudo llanto del mismo cielo.
La tristeza volverá conmigo, callaré y diré que ese es mi destino.
Se irá tu nombre escondido entre el sabor dulce de mis labios, se irán conmigo los tantos sueños que escribí por ti a diario, pasos lentos, mirada extraviada, disimulo obligado que solamente el corazón entenderá.
No he de negarte lo mucho que te amo, ¿acaso serviría a mi corazón la hipocresía? ¿Mitigaría el dolor? – sería una blasfemia a este amor.
Serás mi amor por siempre, el destino tejió nuestros caminos en un encuentro, mientras en mi bolsa de retazos una agenda escrita, cargada de años, hace tan lento mí andar hasta tus brazos.
Diré que te amo, lloraré lo mucho que te extraño, esperaré paciente y si te marchas y el olvido lo haces tuyo, escribiré poemas de amor en mi gastado calendario.

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